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II Congreso Internacional: Bioética y manipulación genética
Universidad Militar Nueva Granada
Bogotá 8-10 Agosto 2002
Dr. Francesc Abel s.j.

SUMARIO. El poder que representan las nuevas tecnologías biogenéticas exigen el diálogo bioético entre científicos, humanistas y la sociedad en general para poder asumir responsablemente los riesgos inherentes a su aplicación. El diálogo bioético, por su parte, ha de moverse en un clima de respeto y tolerancia buscando el progreso humano que no puede confundirse con el simple progreso técnico. A su vez, no podemos quedarnos anclados en una concepción de la naturaleza humana que no integre los elementos creativos de la cultura y la técnica. La elección del futuro no puede quedar solamente en manos de científicos o filósofos sino que ha de hacer partícipe a la sociedad, debidamente informada, de los valores en juego para que, en un contexto de responsabilidad científica, social y política, asuma un papel activo en la toma de decisiones.

Puesto que en la evolución del pensamiento filosófico, en los últimos cincuenta años, se ha olvidado con demasiada frecuencia la dimensión trascendente del ser humano, se postula la vuelta al diálogo bioético de los teólogos interesados en las ciencias médico biológicas. En este punto, nuestro mayor, aunque no único interés, es la aportación de la teología cristiana. En una segunda parte de este trabajo analizamos la naturaleza e identidad propia del embrión humano teniendo en cuenta principalmente la posición de la Iglesia Católica y la del Comité Nacional de Etica de Francia. Explicamos nuestra perspectiva y la aplicamos a dos problemas de mucha importancia para el obstetra y ginecólogo: el del feto anencéfalo y el de la utilización de células troncales embrionarias, con fines terapéuticos.

Introducción

Las posibilidades abiertas por la biotecnología, han crecido de manera exponencial los últimos años. Resulta indudable, que alcanzó un hito importante con el descubrimiento en los años 70 de las enzimas de restricción y la posibilidad de introducir fragmentos de DNA en un genoma perteneciente a una especie distinta o igual de la que procede el fragmento. La terapia génica de células somáticas y las posibilidades – teóricas, por el momento- de modificar las líneas germinales humanas, hacen cierta la afirmación de que el hombre consciente y deliberadamente se autotransforma a través de las posibilidades abiertas por los conocimientos en biología molecular, DNA recombinante, y tecnologías biogenéticas, en general.

Las dos últimas décadas del Siglo XX fueron testigos del entusiasmo generado por los medios científicos, debidamente magnificados por los medios de comunicación social, con motivo de haberse conseguido la secuenciación del genoma humano y por las posibilidades abiertas a la medicina regenerativa, gracias a los trabajos relacionados con las células troncales “stem cells” y sus prospectivas posibilidades en orden a regenerar tejidos humanos lesionados o degenerados. El entusiasmo por las posibilidades de que un día podamos prevenir e incluso curar enfermedades degenerativas del sistema nervioso central genera la ilusión de que si lo queremos lo lograremos. Nunca jamás el ser humano había tenido tanto poder para transformar el mundo y a sí mismo como en estos momentos. Hoy, más que nunca, corremos el peligro de subordinar la dignidad humana y el respeto debido a todas las personas a la consecución de unos logros científicos. Hoy, más que nunca, tenemos la obligación de pensar el modelo de sociedad que queremos al hacer nuestras opciones éticas.

Considerando el poder real que tenemos sobre la naturaleza del hombre actual y sobre las generaciones futuras, sobre el medio ambiente y recursos naturales, podemos afirmar que los nuestros son momentos cruciales. La historia de la humanidad se encuentra en un punto clave donde se juega su evolución o destrucción. Nos resulta más cercano lo que escribíamos hace ya algunos años: proyectados hacia un futuro mucho más rápidamente de lo que podríamos desear percibimos que sólo la elección de valores plenamente humanos puede asegurar la supervivencia de la humanidad en un proceso ascendente hacia la plena y más perfecta realización de sí misma . A esto aspiran tanto la ciencia, como la filosofía personalista y la teología.

Cuando hablamos de una elección de valores plenamente humanos significamos, que anclados en una antropología, necesariamente evolutiva, mantenemos unos referentes éticos racionales y razonables que aspiran a la universalidad. Estos referentes son objetivables. Esto exige el esfuerzo de desvelar nuevos signos, que nos permitan redefinir lo más humano en un momento histórico determinado, reflexionando cómo convergen en el respeto a la dignidad de la persona y en la protección de sus derechos intangibles Las nuevas tecnologías biomédicas inciden sobre conceptos y valores que se hallan en la base misma de la autocomprensión del hombre y de la organización de la vida humana: nacimiento, familia, integridad corporal, identidad personal, matrimonio y procreación, autonomía personal y responsabilidad, posibilidad de autocontrol y propio perfeccionamiento, respeto por la vida, dignidad en el morir etc. Tocan en definitiva, la misma naturaleza humana en toda su dimensión.

Las posibilidades y los éxitos de la ciencia nos obligan a cambiar las coordenadas de referencia entre hombre y naturaleza. El paradigma de la naturaleza biológica con carácter normativo, imperante hasta tiempos cercanos, ha de dar paso al paradigma del hombre transformador de la naturaleza y hacedor de su destino. No basta con reconocer que la cultura crea naturaleza sino que el ser humano nos aparece como ser técnico por naturaleza. Klaus Demmer puntualiza, acertadamente, que “ la insuficiencia de la naturaleza biológica para proporcionar criterios válidos que ayuden al hombre a la administración de su propia naturaleza no nos puede llevar al extremo opuesto de menospreciar la función protectora de la naturaleza biológica en relación con la dignidad y la autonomía personal.” No podemos olvidar en las aplicaciones de la tecnociencia que ésta “borra frecuentemente la barrera entre el saber y el experimentar. Sabemos lo que experimentamos y cuando lo experimentamos ya tenemos el resultado práctico con consecuencias irreversibles”

El “Convenio Europeo para la protección de los derechos humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina” es claro a este respecto en sus dos primeros artículos de disposiciones generales, cuando afirma:

“Las partes en el presente convenio protegerán al ser humano en su dignidad y su identidad y garantizarán a toda persona, sin discriminación alguna, el respeto a su integridad y a sus derechos y libertades fundamentales con respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina” (Art.1.).

“El interés y el bienestar del ser humano deberán prevalecer sobre el interés exclusivo de la sociedad o la ciencia” (Art.2.)

Hay que aceptar que, en última instancia, lo que crea más inquietud ante las nuevas tecnologías biogenéticas: terapia germinal; posibilidades de futuro ante la posible construcción de un genoma mínimo humano; clonación humana; patentes biológicas, es la de su legitimación científica, social, ética y jurídica. ¿Podemos modificar la naturaleza humana perfeccionándola? ¿Qué criterios tenemos para asegurar que podemos hacer frente a los riesgos, sin comprometer la misma vida del hombre sobre la tierra?

Para dar respuesta a estas cuestiones resulta imprescindible la mutua interpelación de la ciencia y la ética. Mejor todavía la mutua interpelación y diálogo entre científicos, humanistas, y la sociedad en general. Este diálogo que ha comenzado en algunas universidades merece una mayor extensión y profundización.

Ciencia y ética son complementarias. La ciencia ha de determinar los hechos y la ética ha de proporcionar los criterios de valor. Es de importancia vital determinar la fiabilidad de las ciencias y considerar si sus aplicaciones afectan y cómo a valores fundamentales de la persona humana. Ciencia y ética acostumbran a hablar con afirmaciones rotundas, unas épocas más que en otras, exagerando la validez y perennidad de sus afirmaciones. Es bueno que científicos y eticistas recuerden que el cambio y la provisionalidad son características constitutivas de la ciencia y de la ética. Muy normal, por cierto, si tenemos presente que es el mismo cambio lo que constituye una característica esencial de la realidad. Este carácter cambiante es un criterio imprescindible para juzgar las valoraciones de la ciencia y de la ética, y sus posibles interacciones.

1. ABEL,F. Bioética: un nuevo concepto y una nueva responsabilidad.Labor Hospitalaria.1985 :101-111

2. DEMMER, K. El hombre como fiel administrador su naturaleza biológica.En: La vida humana: orígenes y desarrollo (Abel,F;Boné,E;Harvey Eds).P.U.Comillas: Instituto Borja de Bioética;F.I.U.C. 1989.

3. JONAS,H., Technik. Medizin und Ethik.Citado por Escudé,JM.:AutonomíayUniversalidad.
Apuntes para un diálogo entre las ciencias y la ética cristiana,En FRANCESC ABEL-CAMINO CAÑÓN ( Eds) “La mediación de la Filosofía en la construcción de la bioética”.U.P.Comillas,Madrid,1999

4. Texto íntegro publicado en el BOE nº 251(20/10/1999).Entró en vigor en España el 1 Enero 2001

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